Estos escritos cortos de David Hoffmeister guían a la mente a un descanso íntimo y deliberado.
Amor Divino
“Hay una experiencia que acaba con toda incertidumbre y que pone fin a todas las preguntas. Esta experiencia es el Amor. La experiencia del amor es inspirada por la Divinidad y es eternamente constante. El Amor no viene y va, ni sale y se oculta como el sol, tampoco brilla resplandeciente para luego palidecer y desaparecer por un tiempo. El Amor no es personal ni específico. Es imposible amar algo específico, porque el Amor lo es Todo y no está seccionado. El Amor no tiene opuestos, siendo Todo lo que Dios crea para siempre. La Mente Divina es Dios, es Amor, es Todo.”
Este libro electrónico está salpicado con delicadas ilustraciones en acuarela y es en sí, un regalo para el corazón… permite que la mente sea bañada suavemente con la Luz de la Verdad.
Despierta
Muchos son llamados, pocos los que deciden escuchar. De aquellos que escuchan, menos aún están dispuestos a seguir. De aquellos que siguen, menos todavía están listos para seguir completamente. Tal es el temor al Amor de Dios, el miedo de despertar a la eternidad. Aún así la Expiación es segura, permaneciendo intacta a través del tiempo y las preocupaciones ilusorias acerca del tiempo. Descansa feliz en el Hecho de que nada puede afectar al Amor eterno.
El tiempo de juguetes y baratijas ya se ha acabado en el gozo de la Expiación. El propósito es la única opción significativa ahora. Todo lo demás no importa en lo mas mínimo, ni tiene valor alguno. Deja atrás todos los castillos ficticios. Deja a un lado los roles y la vanidad del juego de la personalidad. Nunca hubo un momento en el que el Cristo fuera padre, madre, hermana, hermano, esposo, esposa, padre, hijo o humano. El Presente existe antes de que existiera el tiempo. Permanece intacto en Sagrada Unión con la Eternidad.
Ha llegado el momento de despertar. El tiempo que le queda a las palabras y a los conceptos está por finalizar. Ahora buscamos la experiencia directa del Amor de Dios. De buena gana dejamos a un lado técnicas, repeticiones y rituales para que podamos llegar al encuentro con Dios en el silencio de nuestros corazones. Lo que creíamos saber acerca de Dios era un error. Y así llegamos esta vez con las manos vacías y los brazos abiertos, conscientes de que no sabemos el camino a Dios, pero con la certeza de que Dios nos lo mostrará.
Cuando miramos a nuestro alrededor, vemos que compañeros poderosos se han unido a nosotros para este ascenso final a Dios. Un amigo es un amigo para siempre en el Señor. La bienvenida nunca termina en la faz de Cristo. La relación santa ha llegado a nosotros y nos llena de alegría y gratitud. Los testigos del sueño feliz se ven por todas partes, en cada dirección que vemos, en todo momento. El manto de la paz se ha extendido a lo largo de toda la faz de la tierra. La tranquilidad fluye hacia todos sus rincones. No queda nada más que hacer que celebrar, regocijarnos y bendecir. Todas las baratijas del mundo que una vez llamaron nuestra atención carecen de valor ahora frente a la inmensidad de la experiencia presente. Toda ambición y lucha por metas futuras ha desaparecido. Toda curiosidad acerca del mundo y sus formas ha acabado.
Descansamos en una quietud tan profunda e insondable que el tiempo transcurre sin afectar al Espíritu. Escuchamos. Oímos. Nos regocijamos.