Pensar la educación desde los lentes del humanismo implica retornar, sin melancolías o desesperanzas, al fin último de la acción humana. Esto supone una plataforma de reflexión desde la filosofía porque se cuestiona su acción humana y su injerencia en la transformación de sí mismo y de la realidad; desde la pedagogía porque considera inalienable la idea de la formación del ser humano, de su educabilidad y de cómo orientar su actuar en el mundo, a través de la construcción de la identidad y del actuar, basados en la libertad y en la autonomía.