Uno se volvía humilde porque lo habían humillado. Envejecer era una experiencia a la que se sucumbía, y uno se adaptaba a las nuevas circunstancias no por astuto, sino porque no le quedaba más remedio. Así pues, adelante, saludaba una risueña Serenata a sus hermanos más jóvenes. Burlaos. De nuestro autoengaño, de nuestra vanidad, capaz de sobrevivir a todo aquello de lo que uno puede envanecerse. Ya os llegará la hora.