El consentimiento del pueblo es la única base para la autoridad del gobierno. Locke deja esto muy claro: «quienquiera que, gozando de autoridad, se exceda en el poder que le confiere la ley, y haga uso de la fuerza que tiene a su mando para extenderla a temas que la ley no permite… puede encontrar la misma resistencia que cualquier hombre que invade el derecho de otro. Si el gobierno, o el gobernante, viola los derechos de los ciudadanos individuales, el pueblo tiene el derecho a rebelarse y liberarse de este gobernante, o gobierno. Robar y destruir la propiedad de la gente, o reducirla a esclavitud [coloca al gobernante] en estado de guerra con su pueblo, que queda absuelto de toda obediencia y libre de acudir al recurso que Dios ha dado a todos los hombres contra la fuerza y la violencia». En otras palabras, la revolución.