En 1926, a petición de T. S. Eliot para su revista The New Criterion, Virginia Woolf escribió un pequeño ensayo donde lamentaba que «la enfermedad no haya ocupado su lugar, con el amor, las batallas y los celos, entre los principales temas de la literatura». Su propia experiencia la llevaba a valorar ese estado en que la improductividad nos opone al «ejército de los erguidos» y la sensibilidad a lo incomprensible y lo oscuro se impone a la inteligencia que normalmente «domina nuestros sentidos». Estar enfermo trata además con humor la literatura idónea para los tiempos de enfermedad, y es en sí mismo un texto agitado, volátil, literariamente muy original.