—Era avaricioso y maleducado y estaba amargado, pero también era curandero. El párroco, sin embargo, ¿qué era? No era nada. La creencia es la mitad de toda curación. La creencia en la cura, la creencia en el futuro que nos espera. Y he aquí un hombre que vivía de la creencia, pero que la sacrificó a la primera de cambio, justo cuando más la necesitaba. Creía de un modo egoísta y temeroso. Y eso les costó la vida a sus hijas.
—Dijiste que esta era una historia sin trucos.
—Dije que esta era una historia de un hombre que recibió su castigo por egoísta. Y eso es lo que es.