De este modo el universo se vuelve transparente y nos atraviesa el resplandor de leyes superiores. Es el problema eterno que ha suscitado reflexión y estudio a los genios desde el inicio del mundo; desde el tiempo de los egipcios y los brahmanes, hasta el de Pitágoras, Platón, Bacon, Leibniz y Swedenborg. Allí se sienta la esfinge junto al camino, y a través de las épocas, el profeta se acerca al lugar para probar fortuna descifrando su enigma. El espíritu parece tener la necesidad de manifestarse en formas materiales; día y noche, río y tormenta; animal y pájaro, ácido y alcalino; preexisten como ideas necesarias en la mente de Dios, y son lo que son en virtud de afectos preexistentes en el mundo del espíritu. Todo hecho es el fin y objetivo último del espíritu. La creación visible es el término o la esfera del mundo invisible. «Los objetos materiales — decía un filósofo francés— son necesariamente clases de scoriae de los pensamientos sustanciales del Creador, que deben siempre conservar la relación con su origen primigenio; en otras palabras, la naturaleza visible debe tener un aspecto espiritual y moral».26
Esta doctrina es abstrusa y aunque las imágenes de «ropaje», «escoria», «espejo» y otras estimulen la fantasía, debemos invocar la ayuda de exégetas más sutiles para comprenderla. «Toda escritura ha de ser interpretada con el mismo espíritu con la que fue creada, pues es la ley fundamental de la crítica»27. Una vida en armonía con la naturaleza, el amor a la verdad y la virtud, purificará la mirada para favorecer la comprensión del texto. Gradualmente, podemos conocer el sentido primigenio de las esencias permanentes de la naturaleza, de modo que el mundo se convertirá para nosotros en un libro abierto y toda forma mostrará el significado de su vida oculta y su causa final.