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Freya Marske

El último juramento

  • Leila Aramayohas quotedlast year
    –Son hombres.

    –¿Por qué lo dice?

    –Porque si hubiera habido al menos una mujer involucrada, no habrían concluido en que un hombre que llevaba un día de trabajo tendría más información que una mujer que llevaba dos años en la oficina.
  • Leila Aramayohas quotedlast year
    No soy como tú, pero, aun así, me siento más como yo mismo cuando estoy contigo.
  • Leila Aramayohas quotedlast year
    Mientras que Edwin tenía suerte si recordaba saludar a sus conocidos con la cabeza al verlos en la calle.

    lit yo

  • Mariiana Muñetón Torohas quoted2 months ago
    Robin había dicho que los trataba como hermanos, pero Edwin había argumentado que él tenía un ejemplo de hermandad muy superior. Luego él había hecho una mueca y había acusado a Edwin, de forma amigable, de jugar al abogado solo porque su hermano era un asesino sádico.
  • Mariiana Muñetón Torohas quoted2 months ago
    Tuvo la sensación de que brotaba fuego de las manos de Edwin que devoraba ramas secas y se volvía más caliente y salvaje que cualquier cosa que hubiera visto hasta entonces. Jadeó y tomó una inhalación casi dolorosa, al tiempo que su cuerpo rebosaba con los resabios del placer.
  • Mariiana Muñetón Torohas quoted2 months ago
    ¿Quién necesitaba magia para eso? El placer atravesaba a Robin como si se pintara sobre su piel en cada punto de contacto; como si algo más antiguo y gutural que la magia se hubiera encendido con el contacto de sus manos en las muñecas de Edwin, la presión repentina y maravillosa de las piernas de Edwin alrededor de su espalda para llevarlo más adentro. Todo se combinaba con la sensación de calor líquido y brutal que presionaba su miembro cada vez que penetraba en el cuerpo tenso y lubricado de Edwin.
  • Mariiana Muñetón Torohas quoted2 months ago
    Tuvo un momento cercano al delirio al ser consciente de cómo debía sentirse esa situación desde la perspectiva de Edwin: ambos atrapados, pero completamente seguros.
  • Mariiana Muñetón Torohas quoted2 months ago
    Edwin, jadeando de placer, tendido sobre sábanas blancas. El rostro, los labios en una “O” obscena, la línea atormentada y hermosa del rostro, como un santo torturado. Al verlo así, se sintió reverente. En ese momento, comprendió por qué Edwin podía tener miedo de eso, de sacarlo a la luz y compartirlo con alguien más, y deseó que no se arrepintiera de la decisión ni por un segundo.
  • Mariiana Muñetón Torohas quoted2 months ago
    Por supuesto que estoy de tu lado. Soy tuyo, pensó Robin.
  • Mariiana Muñetón Torohas quoted2 months ago
    Robin quería escribir un libro sobre lo que pensaba de él, encuadernarlo en cuero y entregárselo para que lo leyera las veces que fuera necesario, hasta que se mirara en un espejo y viera algo de todo lo que veía en él
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