Es allí, en la innovación tecnológica y en el mercado, que se aloja la única forma utópica con la autoconfianza y la agresividad necesarias para materializarse. Y es la caracterización que hoy se cumple, en ocasiones del modo más destructivo. En estos últimos años parece irrefutable que identificar utopía e innovación es un fósil de la velocidad de los avances, una de las ilusiones y optimismos de los precursores, clausurados al final del siglo XX. Ludmer escribe estos artículos durante el ciclo del gran salto en la convergencia tecnológica, que entre la masificación de Facebook, alrededor del año 2000, y el primer smartphone Android popular, en 2008, cambiará el mundo tal como lo habíamos conocido, extendiendo a millones la experiencia de producir y distribuir realidadficción.