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Johann Wolfgang von Goethe

Las penas del joven Werther

  • Alvaro E. Segovia Garcíahas quoted2 years ago
    cada día que pasa me doy más cuenta de lo necios que somos al juzgar a otros según nuestro rasero. Y, como yo tengo tanto trabajo conmigo mismo y este corazón es tan impetuoso… ¡ay!, con gusto dejo que los demás vayan por su camino con tal de que me dejen a mí también ir por el mío.
  • Alvaro E. Segovia Garcíahas quoted2 years ago
    a veces pienso en cómo se deja uno arrebatar lo que más quiere en la vida,
  • Noé Muñozhas quoted3 years ago
    ¡Ay! ¡Qué sensación recorre mis venas cuando, sin querer, mi dedo roza el suyo, cuando nuestros pies se encuentran debajo de la mesa! Retrocedo como si fuera fuego, una fuerza secreta me empuja de nuevo hacia delante… y pierdo el sentido. ¡Oh! Y su inocencia, su alma cándida no sabe cuánto me atormentan estas pequeñas confianzas. Cuando, en medio de una conversación, posa su mano sobre la mía e, interesada, se acerca tanto a mí que el celestial aliento de su boca es capaz de alcanzar mis labios… entonces creo perecer, como fulminado por un rayo.
  • Carlos Martínez Galindohas quoted5 years ago
    Eso me reforzó en mi propósito de, en el futuro, atenerme sólo a la naturaleza. Ella es por sí sola infinitamente rica y por sí sola forma al gran artista.
  • Christian Danielhas quotedlast month
    El género humano es una cosa uniforme. Los más se afanan la mayor parte del tiempo trabajando para vivir, y lo poco que les resta de libertad les da tanto miedo que recurren a todos los medios posibles para deshacerse de ella. ¡Oh, condición humana
  • Martha Lunahas quoted4 months ago
    ¡Ay, este vacío! ¡Este terrible vacío que siento en mi pecho…! A menudo pienso: «Si pudieras estrecharla sólo una vez, tan sólo una vez contra este corazón, todo ese vacío se llenaría».
  • Martha Lunahas quoted4 months ago
    Podría llevar la mejor y más dichosa de las existencias si no fuera un necio
  • Paula Guillénhas quotedlast year
    Un vecino vio el fogonazo de la pólvora y oyó el disparo, pero, como todo seguía en silencio
  • Paula Guillénhas quotedlast year
    Werther murió a las doce del mediodía.
  • Paula Guillénhas quotedlast year
    Se había disparado en la cabeza, por encima del ojo derecho, el cerebro se le había salido. Para descongestionarlo le hicieron una sangría en el brazo. La sangre corrió, seguía respirando. De la sangre en el respaldo del sillón pudo deducirse que había consumado su acción sentado delante del escritorio, luego se había desplomado, agitándose convulsionado cerca de la silla. Yacía exánime, postrado de espaldas frente a la ventana, completamente vestido, con las botas puestas,
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