He pensado que no siento amor por el niño. Yo, instinto maternal, nunca he tenido, pero lo que sí he tenido es una necesidad visceral por proteger a esta criatura y he pensado, luego, que eso es amor o el instinto que otras veces me ha faltado. Así que sí lo quiero. Pero eso no es suficiente para criarlo. Tampoco lo es la leche que siento formarse en las tetas y picarme por salir a través de los miles de huequitos del pezón, tampoco es suficiente para criarlo. No es un abandono, es un regalo. Le he dicho no te abandono, te regalo. Le he dicho, no te vendo, te regalo. Le he dicho te regalo, ellos te merecen más que yo. No puedo hacer este trabajo, pero te voy a parir, eso sí haré.