¿Hasta qué punto son originales los argumentos cinematográficos? Un siglo después de los Lumière, el cine demuestra ser el gran fabulador de nuestro tiempo, el arte que ha actualizado las narraciones fundamentales de la historia de la cultura. La semilla inmortaltítulo de bella filiación platónica rastrea los motivos argumentales que se repiten en el cine de todos los tiempos y lugares, mostrando su relación original no siempre consciente con los relatos anteriores. Las películas se constituyen así como una etapa fértil en esa continuidad narrativa germinal a la que hace referencia el título: obras que son fruto de un legado anterior y que son capaces de generar uno nuevo. En el libro, los autores nos proponen un recorrido por las grandes películas de la historia del cine y crean sorprendentes y apasionantes relaciones con esos relatos fundacionales de la ficción universal. Así, descubrimos a Ulises errando en los desiertos del western, a la Cenicienta convertida en corista de Broadway, a Macbeth encarnado en la trágica figura de un gángster, a Edipo descubriendo su culpabilidad en un viaje interplanetario, o a Orfeo renacido como director de cine. Gracias a esta indagación comparada, y al juego de espejos que propone, los autores consiguen una nueva y apasionante manera de acceder al cine como un arte joven, impertinente, integrador, de todo punto imprescindible para establecer la plenitud de la ficción contemporánea. «Jordi Balló y Xavier Pérez nos muestran la necesidad humana de fabular, poniendo una pieza importante en una de las labores intelectuales más importantes del nuevo siglo: situar al cine en la reflexión del gran magma fabulador» (Vicenç Llorca, Avui). «Este magnífico libro es una pequeña joya que parte de la imagen platónica de la simiente verbal para sostener que las historias que el cine explica no son otra cosa que una forma peculiar de recrear las semillas inmortales que la evolución de la dramaturgia ha ido encadenando» (Màrius Serra, La Vanguardia). «Un libro que hay que recomendar a todos los que a veces nos cuesta aceptar los valores culturales del cine» (Oriol Bohigas).