Solo quería bailar

Manuela sabe que cuando me queo mirando un punto fijo es que estoy más pallá que pacá, se me entaponan los pímpanos y se me nubla la vista, entro en modo avión y cuesta recolocarme la antena de los sentíos. Las palabras son las que mandan, esta voz que me taladra forma torbellinos, me adentro en ellos y desaparezco.

Café Muler. Una bailarina to canija se desplaza por una sala llena sillas con los ojos cerraos. Ella no se choca porque hay un hombre mu bien peinao que se las va apartando.

El contacto debe ser lo más real y directo con el aire, que no haya arruga que engañe. Porque aunque la ropa ayuda a confundir a la vista, engañar al bailar no se puede, no se puede fingir algo a la hora de bailar. O estás o no estás. Se nota. Si te fijas bien, se nota. Y pa bailar hay que estar, hay que tomar conciencia de toas y cada una de las células que forman la estructura corporal. Eso es la presencia

A mí el Freu ese me parece un panoli, qué mierda va a tener sentío na. Si tuviera aquí mi rotulador escribiría en la pared: Freu panoli.

Necesito un espejo. Quiero ver mi herida. Llevo cinco años sin un buen espejo. ¿Eso cómo va a ser sano? ¿Cómo voy a saber si existo si no me veo por ninguna parte? ¿Cómo sé que esto no es el infierno y que no soy un orco?

Lo increíble del soñar es la percepción del tiempo, lo que parece una eternidad es una milésima segundo y al contrario. Ojalá pudiese controlarlo, alargar mis recuerdos favoritos, suspender en el aire un gesto, un guiño.

No es justo. Na es justo. To es mierda mierda gorda. ¿En serio a nadie se le ha ocurrío na mejor que esconder a las personas que no encajan? Hola, estamos aquí, somos noventa por ciento agua y sentimos cosas como el resto. También nos gusta el olor de un bosque mojao, el agua del mar en los tobillos, hacer toples al sol, brindar con un vino, elegir el bote champú que mejor nos sienta, entrar en las catedrales de las ciudades que no conocemos, destaponarnos los pímpanos en un avión, hacer planes de domingo, pasear al perro por la noche, correr con la música a to volumen, quitarnos mocos en el coche,

Aquí dentro se necesita saber que alguien te quiere. Que hay alguien que te quiere y que espera tu regreso rollo anuncio de Navidá. Solo se me ocurre mi madre. Aunque no ha venío a verme. Han pasao cinco años y no ha venío a verme. Si mi madre no me quiere, ¿quién me quiere? ¿Nadie? ¿Pina? Por lo menos me toca, me habla, me mira a los ojos.

Una aprende que no puede depender de la reacción del público, que tiene que confiar en sus actos, en su performan, que si depende del aplauso muere.

Ella prendió fuego a un bosque por veinte mil pavos que le venían mu bien pa pagar lo que le quedaba de hipoteca. Me lo contó el doctor Dumont, claro. Yo entiendo a Jerónima, entiendo los dineros, entiendo el fuego. Somos almas gemelas y ella no lo sabe. Yo estoy contigo, Jerónima, porque a veces