En la era de la abolición, la esclavitud prosperó en las colonias españolas con un empuje desconocido. En torno a ochocientos mil africanos esclavizados fueron llevados a Cuba y Puerto Rico entre 1790 y 1866. Esa segunda esclavitud auspició la formación de capitales, la creación de redes mercantiles transnacionales y la captación de remesas fiscales por la Hacienda Pública. Las ideas abolicionistas, anunciadas en las Cortes en 1811, encontraron un clima favorable en la sociedad y en el Parlamento después de 1868. La supresión del comercio atlántico de esclavos y la ley de “vientres libres” fueron medidas pospuestas hasta finales del siglo XIX. En 1886 se puso fin a la esclavitud en Cuba y, con ello, en el Reino de España.
El presente libro se ocupa del combate desigual que libraron la libertad y su negación más insidiosa. Presenta la pugna inequitativa entre el derecho natural y el lucro económico. Sus páginas refieren proyectos de emancipación y estrategias destinadas a frustrarlos. Es también la historia del reverso del liberalismo: adalid de la libertad, amparó la esclavitud bajo el derecho de propiedad, la enmascaró con fórmulas como el patronato y alentó el discurso de la diferencia racial para justificar —según admitimos hoy en día— lo que había sido, era y nunca dejó de ser un crimen contra la humanidad.