Libro duro de leer para quienes se dediquen o quieran dedicarse al mundo del trabajo creativo.
Cada página está llena de verdades, a veces conocidas, a veces epifánicas, pero siempre punzantes - en el sentido que Barthes daría al término y que la autora retoma aquí - y bastante desesperanzadoras.
El segundo tercio del libro - centrado en el cuerpo y su relación con lo digital - me resultó un poco pesadito. Más denso que lo anterior, pero igualmente interesante.
Para no caer en la desesperación decido quedarme con un par de ideas expresadas en sus páginas. Primero, el entusiasmo íntimo y creativo como una de nuestras primeras muestras de libertad; y segundo, la idea de la colectividad como posibilidad _después_ del entusiasmo.