El Circle K no había cambiado, pero era difícil ponerse nostálgica con una gasolinera. Ahí estaba la carretera que llevaba al campus, y al verla me recorrió una oleada de adrenalina. Terminé la falsa llamada con Gary deseándole un gran día.
Cuando cayeron todas las hojas aquel primer noviembre, pensé que por fin vería las casas y los edificios a través de los árboles. Pero no, detrás de esas ramas desnudas solo había más ramas desnudas. Y más allá, más.
Por la noche había lechuzas. A veces, si los contenedores no estaban bien cerrados, los osos negros sacaban bolsas de basura enteras y las arrastraban por el campus para abrirlas como si fueran pequeños obsequios