La música de lalengua es ese lugar de pasaje a la alteridad, puerta en tanto el ser humano es en este sentido un «habitante del límite», es decir, un parlêtre. Decimos con Freud que un análisis no se puede llevar a cabo “in absentia o in effigie”. Esto significa que para que el mismo se produzca es necesaria la presencia encarnada de un analista, en transferencia. Así, a resguardo de las ofertas de la modernidad, que ofrece –ciencia y tecnología mediantes–, todo tipo de dispositivos, en los cuales lo sonoro cobra un rol fundamental, lo que se habla en un análisis implica la presencia de la materia fónica: lo vivo de la voz, es decir, su correlato libidinal. Un psicoanálisis atraviesa la experiencia de lo sonoro en el abordaje del fantasma. Así se apunta a habilitar la música de lo propio en el sentido de lo singular.