Conozco la labor de Gonzalo Valdés desde que se inició en estas lides. Siempre me intrigó la convicción personalísima con que hacía lo suyo, y sus temas, el amor desgarrado y joven, y sus protagonistas, gente que andaba un poco al garete en el mundo. Nunca es fácil predecir lo que sucederá con un autor joven e incipiente, a pesar del rigor y apasionamiento que ponga en su labor, como de hecho los pone Gonzalo. Solo quedan, en este caso particular, como enormes argumentos a su favor, el galardón que merecieron estas páginas, y su propia convicción, la fuerza tan evidente de su prosa y su propia vitalidad como autor. Lo demás vendrá, con seguridad, por añadidura, si sabe perseverar con la misma energía y talento que evidencia en estas páginas inaugurales. Que así sea, y sigamos leyéndolo a futuro (Jaime Collyer).