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Hara Tamiki

Flores de verano

  • Marco Morahas quoted3 years ago
    Era, sin duda, un nuevo infierno, planificado con precisión y destreza. Allí todo lo humano había sido exterminado, como si las expresiones de los rostros de los cadáveres hubieran sido sustituidas por un único molde fabricado en serie. Sus extremidades eran presa de una especie de ritmo diabólico: el rigor mortis parecía haberlos atrapado en el último estertor de su agonía.
  • Whaleeha Abril Gudiño Gonzalezhas quoted8 months ago
    La pregunta obligada es: ¿cómo no resistir y vivir después de las bombas para dar testimonio de uno de los horrores más absolutos que ha conocido la humanidad?
  • Marco Morahas quoted3 years ago
    En Hiroshima siempre había alguien que contaba una y otra vez lo sucedido aquel 6 de agosto. Se hablaba de un hombre que se había dedicado a buscar sin descanso a su mujer, y que se vio obligado a inspeccionar cientos de cadáveres para examinar sus rostros. Ninguna de las muertas tenía puesto el reloj de pulsera que habría ayudado a identificarla. También se contaba la historia de una mujer que murió frente a la estación de radio en Nagarekawa protegiendo a su bebé del fuego con su propio cuerpo.
  • laviviancahas quoted3 years ago
    En Shingan no kuni, el tono es extremadamente sombrío y adelanta su propia muerte en términos evidentes: «Esta vida ya no me ofrece nada de interés». Quizás el pasaje más significativo es cuando detalla sus sentimientos al detenerse en un cruce ferroviario cercano a su apartamento de Tokio: «Es el cruce por el que paso habitualmente, y a menudo debo esperar junto a él cuando baja la barrera. Los trenes vienen de Nishi-Ogikubo o van hacia Kichijōji. Al acercarse, las vías vibran perceptiblemente y se mueven arriba y abajo. Después, el convoy pasa rugiendo a toda velocidad. Por alguna razón la velocidad me libera de todas mis preocupaciones. Puede que sienta celos por esa gente capaz de hacerse cargo de su vida sin mayor dilación. Pero los que aparecen ante mí son aquellos que miran con desaliento las vías. Gente rota por la vida que, a pesar de retorcerse y luchar, ya han sido arrojados a una fosa de la que no podrán escapar. Sin embargo, sus sombras se desvanecen al aproximarse el tren. Cuando me detengo en el cruce y me sumerjo en su contemplación… ¿no le gustaría también a mi propia sombra desvanecerse pronto en esas mismas vías?».
  • laviviancahas quoted3 years ago
    humanidad entera me parece como un cristal hecho añicos. El mundo está roto. ¡Humanidad! ¡Humanidad! ¡Humanidad! No puedo entenderla. No logro conectar con ella. Tiemblo. ¡Humanidad! ¡Humanidad! ¡Humanidad! Quiero comprender. Quiero conectar. Quiero vivir. ¿Soy yo el único que tiembla? Dentro de mí siempre hay un ruido de algo que estalla. Siempre algo que me persigue. Estoy hecho para temblar, para ponerme furioso, para apagarme»
  • laviviancahas quoted3 years ago
    Tamiki Hara, el autor de Flores de verano, se encontraba en la ciudad de Hiroshima aquel 6 de agosto de 1945. Sobrevivió a la explosión y vivió el tiempo suficiente para escribir una de las obras más conmovedoras y profundas sobre el bombardeo atómico jamás creadas. Al cabo de los años nació en Japón un subgénero literario llamado genbaku bungaku, la «literatura de la bomba», escrita por hibakushas, supervivientes de la bomba atómica y por otros autores que, si bien no vivieron personalmente aquella experiencia, sí tuvieron un conocimiento directo de cuanto sucedió. Entre ellos se encuentran Takashi Nagai y su impresionante Campanas de Nagasaki, Ōta Yoko con Ciudad de cadáveres, Masuji Ibusa con Lluvia negra, Ineko Sata con Cuadros sin colores, Hiroko Takenishi con El rito, Kyōko Hayashi y El tarro vacío, Katsuzo Oda con Cenizas humanas, Mitsuharu Inoue con La casa de las manos o Tōge Sankici con Poemas de la bomba atómica, por citar solo algunos.
  • susyyneitorhas quoted3 years ago
    Dentro de mí siempre hay un ruido de algo que estalla. Siempre algo que me persigue. Estoy hecho para temblar, para ponerme furioso, para apagarme
  • susyyneitorhas quoted3 years ago
    Takashi Nagai y su impresionante Campanas de Nagasaki, Ōta Yoko con Ciudad de cadáveres, Masuji Ibusa con Lluvia negra, Ineko Sata con Cuadros sin colores, Hiroko Takenishi con El rito, Kyōko Hayashi y El tarro vacío, Katsuzo Oda con Cenizas humanas, Mitsuharu Inoue con La casa de las manos o Tōge Sankichi con Poemas de la bomba atómica,
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