El organismo toma un buche de agua por la boca y, con un movimiento de contracción, la expulsa a través de sus agallas. El agua, cargada de oxígeno, pasa a través de las ramas branquiales y entra en contacto con los numerosos capilares sanguíneos; es así como sucede un sencillo intercambio gaseoso en el cual el oxígeno disuelto en el agua pasa al torrente sanguíneo del animal y el dióxido de carbono de la sangre pasa al agua del medio externo.