Un zapatero arruinado, un empleado de banco deprimido, un borracho, un fugitivo de la ley, un par de prostitutas postergadas, un picador de leña, un dirigente sin bases, dos ancianos enamorados, dos amantes furtivos, en fin, personas que por su condición están fuera de los márgenes de una página, se transformarán en protagonistas. Es el delirio del arte: soñar la vida, vivir los sueños. Es el nacimiento del único mundo propio que tendremos. Dejo al lector la dedicatoria contenida en el relato «El auto de Aladino»: «Estos cuentos, como la vida, están basados en la realidad».