El amor se siente como mariposas en el estómago, amar es vivir, pero que se hace cuando el amor no es correspondido? Qué se hace cuando la persona que te da vida es la misma encargada de quitártela? Ese es un dilema que al menos yo no logro resolver del todo.
Esta obra refleja el dilema moral de la obsesión. Me pareció genuinamente triste la vida de ella, ya que estar enamorada de alguien que no puede tener debe ser complejo. Aquí no hay culpables, ella no tiene la culpa de enamorarse y él no tiene la culpa de no poder corresponder. Su vida siempre fue loca y arrebatada, ella por otro lado tuvo oportunidades para rehacer su vida y ascender, pero no lo hizo, porque para ella siempre fue él.
Stepan es un genio, porque en ningún momento hace que los lectores odiemos a la protagonista, todo lo contrario, a pesar de su obsesión y actitudes cuestionables hace que empaticemos con su persona.
Me da cierto sentimiento el hecho de que ella haya tenido un sinnúmero de oportunidades para rehacer su vida, pero no lo hizo porque siempre esperó que fuera él, mientras él no la recordó ni siquiera después de leer la carta.
Yo haría un intertexto con “La Dama del Viento Sur” de Javier García Sánchez, en donde también existe este dilema llamada obsesión, solo que en esta obra el lector no empatiza con Hans Kruger y no quiere que esté tenga éxito, todo lo contrario con la desconocida, que provoca que no se haya muerto y que en algún momento ese amor frustrado pueda llegar a ser recompensado.