Dejar de entender el mundo es como caerse de un tren. De repente todo empieza a pasar demasiado rápido y tú no te puedes mover, solo contemplas cómo transitan las cosas sin que logres darles alcance. Los días pasan como pasan los vagones. Hay que correr a un lado del tren para subir de nuevo, y ahí es cuando resulta útil tener algo que pueda darte un empujón, que sirva para agarrarte bien y no volver a soltarte. La astrología le había servido a Martha para volver a subir, pero de seguro Nea necesitaría otra cosa. No importa qué tan parecidos sean los trenes: todos necesitamos empujones diferentes.