El resultado final que los chamanes como don Juan Matus buscaban para sus discípulos era darse cuenta de algo que por su sencillez es tan difícil de lograr: que somos, de hecho, seres que vamos a morir. Por lo tanto, la verdadera lucha del hombre no está en la lucha con su prójimo, sino con el infinito, y esto ni siquiera es una lucha; es, en esencia, un asentimiento.