Como jefa de diseño de productos para Facebook, había acumulado conocimientos muy valiosos sobre los productos con los que trabajaba, pero le faltaba seguridad para dar a conocer sus ideas. Estaba acostumbrada a que hubiera pocas mujeres en la sala, aparte de ella. Así le había ocurrido cuando estudiaba informática en Stanford, y en Facebook seguía pasándole lo mismo. En consecuencia, sabía que tendría que esforzarse especialmente para intervenir, pero el hecho de estar en minoría no era la única razón de su inseguridad: según ella, también sufría el «síndrome del impostor», la sensación de no haberse ganado el derecho a tener ideas propias y de haber llegado adonde estaba por casualidad, no gracias a su esfuerzo.
Un día, alguien de recursos humanos le habló de un taller de The OpEd Project en Stanford, y a Julie le entró curiosidad. Tras asistir al taller y recibir feedback positivo sobre sus ideas, probó algo que hasta entonces nunca se le había ocurrido: escribir un artículo de opinión.
En noviembre de 2010 publicó en el New York Times un texto titulado «Cuando el anonimato alimenta el desprecio», sobre el peligro del anonimato en las conversaciones online. «La clave fue que alguien me dijera “puedes”», explica. «Nunca se me había ocurrido que pudieran publicar un texto mío, aunque la verdad es que no me costó nada». La reacción que despertó tanto en el taller como al volver a Facebook le dio un subidón de confianza. Desde entonces, sus compañeros de trabajo la han apoyado mucho y, gracias a ello, se ha atrevido a decir lo que piensa. «Aún estoy en ello, claro, pero ya me he vuelto mucho más segura al hablar y al escribir»