parecer, El cuento de la criada es ficción especulativa, no ciencia ficción; de manera específica, considero que es un ejemplo de la forma negativa de la literatura utópica que ha llegado a ser conocida como distopía.
Se suele pensar que una utopía es una sociedad ficticia perfecta, pero de hecho la palabra no significa “sociedad perfecta”. Significa “no (hay tal) lugar”38 y fue utilizada en el siglo XVI por Sir Thomas More como el título sarcástico de su propio discurso ficticio sobre el gobierno. Quizás quería indicar que, aunque su Utopía tenía más sentido racional que la Inglaterra de su época, era poco probable que se encontrara en algún lugar que no fuera un libro.
Tanto las utopías como las distopías se ocupan del diseño de sociedades: buenas sociedades en el caso de las primeras; malas, en el caso de las segundas. El escritor encuentra un placer parecido al que teníamos construyendo ciudades de arena o junglas de plastilina para dinosaurios o dibujando guardarropas enteros para muñecas de papel en nuestra niñez. Sin embargo, en una utopía tienes la oportunidad de planificar todo (las ciudades, el sistema jurídico, las costumbres, incluso aspectos del lenguaje). El mal diseño de las distopías es el buen diseño de las utopías en reverso; esto quiere decir que se supone que los lectores deduciremos lo que es una buena sociedad al observar, en detalle, lo que no es.
Como forma, la utopía-distopía tiende a ser producida solo por culturas basadas en el monoteísmo (o, como el sistema de Platón, en una idea única del bien), las cuales también postulan una línea temporal única y orientada hacia un objetivo. Las culturas basadas en el politeísmo y el tiempo cíclico no parecen producirlas. ¿Por qué intentar mejorar la sociedad o inclusive visualizar una mejor sociedad, cuando sabes que todo va a dar la vuelta de nuevo, como la ropa en la lavadora? ¿Y cómo puedes definir una sociedad “buena” en oposición a una “mala”, si consideras que el bien y el mal