Williams, por su parte, señala la complejidad que supone la percepción del error:
Grandes variaciones en nuestra definición de error, grandes variaciones en nuestra inversión emocional al definir y condenar el error, gran variación en la percepción de la gravedad de los errores individuales. Las categorías de error parecen que deberían ser como sí-no, pero los sentimientos asociados con las categorías parecen mucho más complejos (op. cit.: 155, trad. propia).