El aburrimiento le atormentaba más que ninguna otra cosa. «Los seres humanos somos aburridos», pensaba una y otra vez. No soportaba a la gente. Cuando un perro grande camina, los perros pequeños ladran a su paso. El hombre era como el perro grande. Odiaba sentirse frustrado, el rencor, estar deprimido, odiaba pensar. Los animales, los árboles, los arroyos, los pájaros de la montaña jamás le habían hecho sentir así.