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Jacqueline Kelly

La Evolución De Calpurnia Tate

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  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Vi unas cuantas huellas huidizas que habían dejado los pájaros y otras criaturas pequeñas, sin duda tan confundidas como yo ante ese universo blanco y silente. Y cómo no iban a estarlo, si la última nevada había sido décadas atrás
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    No había pájaros en el cielo argentino, ni ardillas en los árboles, ni zarigüeyas. ¿Adónde había ido toda esa abundancia de vida? La falta de seres vivos convertía el paisaje en algo hermoso y a la vez amenazador
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Miré a mi alrededor aquellos rostros que amaba y pensé en todos mis dones del año anterior: estaban papá y mamá, cogidos de la mano y con aspecto cansado pero feliz. Ella tenía algún cabello gris en las sienes, aunque yo no me di cuenta hasta entonces. Estaba Harry: orgulloso, alto y guapo, con el cuello y la corbata inmaculados; un joven caballero en ciernes. Estaban Sam Houston y Lamar; estaba Travis con Jesse James en brazos; estaba Sul Ross, bostezando. Y estaba J.B., que no se aguantaba de pie pero había decidido valientemente ver entrar el año nuevo.
    Y estaba mi abuelo, sumando su voz de barítono en triste y dulce armonía a la música, y con la barba larga encendida a la luz del fuego. Qué cerca habíamos estado de perdernos el uno al otro. Al final, él resultó el mejor regalo de todos.
    Las ollas y cacharros se fueron apagando y la canción se acabó, y todos nos fuimos a rastras a la cama, salvo mamá y papá, que se quedaron allí juntos un poco más.
    Yo me puse mi camisón más grueso de franela roja y me acosté. Menos mal que SanJuanna había eliminado el helor de las sábanas con un calentador de cama. Intenté aguantar un rato tumbada y hacer balance de mi vida. Es lo que se hace cuando termina un siglo, ¿no? Pero creo que en realidad me dormí enseguida y sólo soñé que hacía balance.
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    El abuelito me había dicho que podía hacer lo que quisiera con mi vida, y aunque algunos días le creía, otros no
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Me tumbé en la cama y miré por la ventana aquel cielo tan bajo. Una parte de mí deseaba que nuestras vidas continuasen como siempre, con todos viviendo juntos en nuestra vieja y rebosante casa. Pero la otra parte ansiaba un cambio drástico y radical con el que dejar Fentress atrás
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Mis hermanos echaban chispas, pero me daba igual: mi corazón bombeaba felicidad por todas mis venas. Yo lo era todo para él, ¿a que sí? Y él lo era todo para mí
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Su única nieta! Se hizo un silencio helado, seguido de una oleada creciente de murmullos y siseos.
    —Perdón —añadió el abuelito al comprender su error, e hizo una reverencia—. Quería decir mi única nieta chica, por supuesto
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Es cierto —afirmó el abuelito mientras alzaba su copa hacia mí—. Nada de esto habría ocurrido sin la ayuda de mi única nieta, Calpurnia
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Yo me esperaba una celebración. Me esperaba serpentinas, confeti y pastel, esperaba que nuestra familia nos alzara en volandas y nos llevara triunfantes. Pero el abuelito no abrió la boca en toda la cena, y yo me sentí desanimada todo el tiempo. Pero ¿qué me pasaba? ¿Por qué me sentía tan desinflada en el que debiera ser el día más feliz de mi vida y de la de mi abuelo
  • Dianela Villicaña Denahas quoted3 years ago
    Sabes? Hay tantas cosas que aprender, y es tan poco el tiempo que se nos concede. Estoy viejo. Creí que moriría antes de que sucediera. —Me levanté y fui hacia él. Quise darle el telegrama, pero dijo—: Guárdalo tú. Dentro de tu cuaderno.
    Me metí la hoja en el bolsillo y lo abracé. Él me rodeó con un brazo y me dio un beso, y nos quedamos así un rato hasta la inevitable llamada a la puerta
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