En los ratones existe un gen denominado t. En dosis doble, el gen t causa esterilidad o muerte, por lo que debe existir una fuerte selección natural en contra suya. Pero en dosis sencilla tiene un efecto muy extraño. Normalmente, cada copia de un gen debería encontrarse en un 50 por ciento de los espermatozoides que produce un macho. Yo tengo los ojos pardos como mi madre, pero mi padre los tiene azules, de modo que sé que soy portador de una copia del gen para ojos azules y el 50 por ciento de ñus espermatozoides portan el gen para ojos azules. En los ratones machos, t no se comporta de esta manera ordenada. Más del 90 por ciento de los espermatozoides de un macho afectado contienen el gen t. Lo que hace t es distorsionar la producción de espermatozoides. Y es fácil ver que, a pesar de la letalidad de la dosis doble, una vez surge t en una población de ratones, tenderá a propagarse gracias a su enorme habilidad para introducirse en los espermatozoides. Se ha sugerido que en las poblaciones salvajes de ratones surgen brotes de t, se propagan como una especie de cáncer poblacio-nal y acaban provocando la extinción de la población local. El gen t es una ilustración de lo que puede suceder cuando se desbarata la cooperación entre genes.