Es interesante notar que en esta sección se brinda una descripción con cierto detalle de los poderes yóguicos que la práctica otorga al yogui. En el capítulo 232, por ejemplo, se mencionan varias de las facultades extraordinarias y, si bien esta descripción no coincide en los detalles que hallamos posteriormente en el Yogasūtra, concuerda en su consideración de que el yogui debe, tras despreciarlos, abandonarlos mediante su propio ātman. En cuanto a las prácticas, en este capítulo se incluye la destrucción de cinco obstáculos: el deseo (kāma), la ira (krodha), la codicia (lobha), el temor (bhaya) y la indolencia (svapna). También se recomiendan la meditación, el estudio, la generosidad, la veracidad, la modestia,
la rectitud, la tolerancia, la pureza, la alimentación pura y la restricción de los sentidos. Tras estas prácticas preliminares, se prescribe la reunión de la mente y los sentidos en un solo punto y el control y la concentración de la mente. El yogui debe ser como un hombre que, en medio de la multitud, carga una vasija sobre su cabeza, con su mente siempre fija en un punto, de modo de no permitirle que fluctúe. Mediante tales conductas y prácticas, se eliminan las tendencias erróneas y se alcanza el conocimiento verdadero que conducirá al yogui hacia la morada del brahman. Incluso una persona de casta inferior o una mujer, se aclara, puede alcanzar la morada suprema si sigue el sendero descrito.