En situaciones normales, el ser humano está continuamente comunicándose. No puede no hacerlo. Sin embargo, el hecho de que la comunicación sea constante no tiene por qué significar que sea eficaz. Para que cumpla su función (hacerse entender e influir en los demás), la comunicación tiene que abarcar habilidades y dimensiones muy diversas, desde la escritura y la expresión oral hasta dotes psicológicas para ajustar el mensaje al interlocutor. Se han convertirdo en capacidades esenciales las relacionadas con la estructuración del discurso, las dimensiones no verbales de la comunicación o las políticas organizacionales de información.
Un tipo específico de comunicación se produce cuando afrontamos el conflicto o la contraposición de voluntades en una negociación. Las destrezas antes mencionadas cobran una relevancia mayor, si cabe, para evitar la confrontación y conseguir el mejor resultado posible. Preparación, empatía, estrategia, capacidad de propuesta y honestidad serán los instrumentos para que ambas partes salgan satisfechas y mantengan la relación.