Begoña Méndez quiso escribir la historia de su cuerpo sumergido en las tripas de una gasolinera Shell; quiso despilfarrar su nombre y su carne y desaparecer en el humus de los seres descartados y las mujeres en crisis. De ese intento, nace este ensayo. Un libro que gravita alrededor de la idea de identidad como delirio de la cultura, de los cuerpos concebidos como ficción colectiva y de la noción de género como un discurso somático que levanta fronteras.
«Un gran poema místico sobre la carne soñada y el sueño encarnado, que a nadie dejará indiferente. En su radical exploración de las luces y sombras que asisten a un cuerpo autocreado —expandido—, la lírica asciende y se abisma hasta espacios insospechados. Un canto a la refundación extática de la carne, al regreso a lo que es todo y nada, a lo gravitante y lo espectral; al estado anfibio. El primer texto que he leído de algo que podría llamar xenomisticismo.» Agustín Fernández Mallo