La carta constaba de tres páginas enteras que, con ritmo acelerado, decían principalmente lo mucho que lo sentía y lo mucho que había luchado contra la atracción pero que había sido en vano, y que sabía que me haría mucho daño, así que probablemente no debería llamarla ni tratar de verla durante un tiempo, y esperaba que pudiéramos ser amigos cuando se me pasara la conmoción inicial, y que él era un buen chico, iba a Dartmouth, jugaba al lacrosse, sabía que me caería bien, tal vez podría presentármelo cuando empezara el semestre de otoño, etcétera, etcétera, etcétera y su puta madre.