He hablado extensa y, espero, claramente sobre responsabilidad política. La primera y mayor responsabilidad hoy en Colombia es por el Acuerdo Final, de protegerlo y cumplirlo. El acuerdo permitió el desarme de las FARC y representa una enorme oportunidad para el país, como las que se presentaron en 1957 y 1991, y que aprovechamos medianamente. Hay que preservar y respetar el Acuerdo en medio de un proceso de confianza que permita una implementación razonable, constructiva, flexible, que admita imperfecciones, mejoramientos imprevistos, incumplimientos puntuales y prudentes.