La implantación del seguro de enfermedad fue una constante en el debate de la cuestión social durante el primer tercio del siglo XX. Durante estos años se aprobaron las primeras medidas de protección social, como la Ley de Accidentes de Trabajo de 1900; el seguro de maternidad, promulgado por ley en 1929, o la ratificación por España de los convenios de la OIT en 1932 relativos al seguro de enfermedad de los trabajadores. Sin embargo, la aprobación del seguro de enfermedad como tal no llegó hasta 1942: la dictadura de Primo de Rivera, las dificultades económicas y políticas del gobierno republicano en su empeño por sacar adelante un proyecto de seguros sociales unificados siguiendo la senda europea y el estallido de la Guerra Civil impidieron que esta conquista social pudiera materializarse antes. El seguro de enfermedad nació tarde y su creación respondía más a un intento de consolidar el régimen que a un modelo de Seguridad Social. En 1967, con la puesta en marcha de la Ley de Bases de la Seguridad Social, se corrigieron algunos errores, pero solo con la democracia y la Constitución de 1978 llegaron a transformarse sustancialmente sus objetivos: una orientación universalista de la Seguridad Social, así como la reforma de la previsión social y de la asistencia sanitaria.