La sacerdotisa griega Casandra está harta, hasta los mismos ovarios, de que los troyanos no crean en sus profecías. En una aldea medieval de Gales, una niñita escucha a su mamá contarle el típico cuento del dragón y la virgen sacrificada, y ese es en verdad el principio de un cuento de brujas. En un campus universitario cualquiera, el fantasma de un predicador puritano insulta y acosa (con bastante ternura, todo sea dicho), a una joven madre adúltera que se siente sola y sobrepasada.
En una ciudad de ciencia-ficción bastante alucinante, los hombres tienen miedo al volver a sus casas de noche; miedo de sus mujeres lobo y de sus mujeres cucaracha radiactivas. En Movidas que vio Casandra hay piratas travestidas, mujeres duelistas, brujas, mujeres desastrosas, despechadas, enfadadas, cachondas… Todas ellas al borde del colapso pero guerreando, con furia y humor, contra los problemas de género enquistados en las vidas de las mujeres durante siglos.