Las personas emocionalmente ágiles son dinámicas. Demuestran flexibilidad a la hora de manejarse en nuestro mundo complejo y cambiante. Son capaces de tolerar altos niveles de estrés y de sobrellevar contratiempos mientras permanecen comprometidas, abiertas y receptivas. Entienden que la vida no siempre es fácil, pero no dejan de actuar de acuerdo con sus valores más preciados y persiguen sus grandes metas, sus objetivos a largo plazo. Siguen experimentando emociones de ira, tristeza, etc. (¿quién no?), pero las afrontan con curiosidad, compasión y aceptación. Y en lugar de dejar que dichas emociones las aparten de su camino, siguen en pos de sus más altas ambiciones, con eficacia, a pesar de todos sus defectos.