Los cuentos reunidos en este volumen son deslumbrantes y, a la vez, frágiles trofeos de una vocación genuina. Insumisos ante su tiempo, cada uno de ellos nos enseña a mirar desde el asombro y la paciencia. Son fotografías verbales de un mundo subyugado por la precariedad de lo efímero, testimonios de la intimidad, el amor y el deseo, las deudas afectivas o los anhelos por conocer y explorar de modo incansable los límites de la naturaleza. Sea a través de la digresión, el relato de un vulnerable y distraído mundo interior; o a través de la memoria o el documento — las fuentes de un deambular curioso, tan propio de la crónica -, las historias de Gabriela Alemán avanzan a menudo por sobre el borde de algo, arriesgadas y despreocupadas a la vez, anunciando la catástrofe de una caída o de un silenciamiento que nunca ocurre. No conozco una aventura narrativa más delicada ni más poderosa que esa en la actualidad; ni a una narradora más valiente y necesaria que ella.