Louise Cooper ha padecido un cancer durante los últimos quince años. Su vida, simple y a la vez difícil, como la define su hijo Danny, un abogado homosexual, llega a su término, y en el núcleo familiar –ese vórtice que fascina a Leavitt, para quien la familia «es la mayor y mejor excusa literaria que se ha inventado»— todo parece estallar, y salen a la luz sentimientos reprimidos durante largo tiempo.
Pero Amores iguales, aunque hable de la muerte, no es un libro triste. De él ha dicho su autor que es «una novela que trata sobre el poder femenino, sobre mujeres fuertes, mucho más fuertes que los hombres, y también pienso que es el libro más optimista que he escrito».