Estaba seguro —y creía que ella también pensaba así— que el día siguiente lo cambiaría todo. Ella y yo… si íbamos a estar juntos… teníamos que afrontar aquello sin tapujos. No podíamos pretender mantener aquel peligroso equilibrio, el de estar casi juntos, pero no. Caeríamos a uno u otro lado, y la decisión era íntegramente cosa suya. Yo estaba completamente decidido, lo estaba incluso antes de haber sido consciente de la decisión y me comprometí a llevarla a cabo hasta el final,