Su obra capital, Ulises, trata de reemplazar la unidad que le falta por un sistema de laboriosas e inútiles simetrías. Esta novela, que abarca novecientas páginas, registra los hechos de un solo día; cada capítulo corresponde a un color, a una función del cuerpo humano, a un órgano, a un procedimiento retórico y, con precisión cronológica, a una hora determinada. Así, en un capítulo predominan el rojo, la circulación de la sangre y la hipérbole; en otro, concebido a la manera de un catecismo, las preguntas y las contestaciones; en otro, para expresar la fatiga de su protagonista, el estilo paralelamente se cansa y abunda en frases descuidadas y en lugares comunes.