La novela, que tiene su origen en un relato inédito escrito hace algunos años, narra una historia de amistad truncada entre dos personajes de distinta condición social — un pijo universitario e irresponsable y un chico de barrio, simpático y manipulador, que trabaja como guardia de seguridad — y sus andanzas a lo largo de un fin de semana límite para saldar una deuda por drogas con un personaje peligroso. Se trata de una fábula urbana con un fondo pesimista y duro, surcada por destellos de comicidad que iluminan la historia.
José Ángel Mañas vuelve con esta historia al universo Kronen, con su juventud nihilista y desesperanzada, la noche, la droga, los excesos y el Madrid noventero, núcleo de ese universo y seña de identidad del autor. Pero lo hace con la nostalgia de quien vuelve a un mundo que ya no le pertenece, lo que da a la narración un tono que diferencia con nitidez ambas novelas. Historias del Kronen está escrita en presente «presentísimo», desde el interior del mundo que se recrea, mientras que La Pella, escrita en tercera persona, recupera ese mundo de juventud a través del filtro de la memoria.
El autor ha explicado este retorno a los escenarios de su primera novela como una necesidad personal «uno pertenece a la época en que ha sido joven, cuando te encuentras en ósmosis con tu ciudad, sintonizas con lo que ocurre a tu alrededor, es una sensación que se pierde después, que en realidad nunca se recupera», además de la necesidad artística de reencontrarse con la sencillez narrativa inicial.
Los lectores que han acompañado a José Ángel Mañas desde sus inicios compartirán con él la nostalgia del regreso. Y los que se asomen por primera vez al universo Kronen reconocerán en la novela situaciones y personajes de su propia realidad, ya que en lo esencial la juventud, sus anhelos y sus problemas, son, en cualquier época, los mismos.