cuentista debe ser valiente. Déjalo todo y lánzate a los caminos.
Aprovecha todas las desventajas, como el insomnio, la prisión o la pobreza; el primero hizo a Baudelaire, la segunda a Pellico y la tercera a todos tus amigos escritores; evita, pues, dormir como Homero, la vida tranquila de un Byron o ganar tanto como Bloy.
Recuerda que este oficio no es para cobardes, pero recuerda también que el valiente no es el que no tiene miedo, sino el que tiene miedo y se aguanta y luego embiste y va a por todas.
No empieces a escribir poesía si nunca abriste los ojos debajo del agua, si nunca gritaste dentro del agua con los ojos abiertos. Tampoco empieces a escribir poesía si nunca t