Stefan Zweig escribió esta obra de teatro entre la primavera de 1915 y principios de 1917, en plena Primera Guerra Mundial. Pacifista acérrimo, escogió la figura de Jeremías, el profeta judío que predicaba en vano, para encarnar el trágico papel del “derrotista”, como tildaban los enardecidos patriotas partidarios del conflicto bélico a aquellos que, como Zweig, defendían la importancia de llegar a un entendimiento entre las naciones. El autor plasmó en «Jeremías”—una de sus obras más personales— los ideales humanistas que defendió durante toda su vida.
«El más bello ejemplo de esa augusta melancolía que sabe ver, más allá del cruel drama del presente, la eterna tragedia de la humanidad».
Romain Rolland