Desde hace unos setenta años, la historia natural ha tenido como límites las consideraciones de Charles Darwin (1809–82) sobre el mundo de los seres vivos. La base es su teoría de la selección natural. Pero últimamente, esos límites se ven alterados por nuevos desarrollos derivados, en última instancia, de la obra de otro desacreditado evolucionista galo, Jean Baptiste de Lamarck (1744–1829), así como de la de los filósofos de la naturaleza alemanes, notablemente de Johann Wolfgang Goethe (1749–1832). De manera que se abre la posibilidad de que desde una nueva, pero añeja, perspectiva naturalista, el proceso de la selección natural no signifique más que un conjunto de retoques de una dinámica evolucionista dirigida hacia una complejidad siempre creciente. El origen del pensamiento sería un resultado más de una historia natural desprovista básicamente de de la aleatoriedad fundamental que quiso darle Darwin. Sin embargo, lo que epistemológicamente puede ser una cuestión de detalle darwiniano, en la ética adquiere una dimensión superlativa. En efecto, a partir de esos retoques epistémicos nacería una ciencia del comportamiento cuyas connotaciones darwinianas se acentuarían hasta extremos que pocos sospechan y menos estarían dispuestos a aceptar, es posible que por razones justificadas, pero también por lo que puede que sean prejuicios profundos. En esta obra queda actualizada de un modo crítico la biología del conocimiento en esos aspectos epistemoéticos más relevantes para el hombre de hoy.