Yakov, un chico de siete años, le pregunta a un amigo: ¿Cómo es posible que lo veamos todo siendo los ojos tan pequeños? Podemos ver toda una ciudad o toda una calle muy larga, ¿cómo cabe todo eso en un ojo?
Bueno, Yakov, le digo yo, piensa en todos los presos de esta cárcel, mil como poco, y en sus ojos, que el anhelo de ver el mundo de fuera hace cada vez más grandes. ¿Cómo crees tú, Yakov, que se pueden amontonar tantos ojos en un espacio tan pequeño?