Este libro ingresa en un territorio que el autor liga más a la metafísica que a las ciencias sociales y la historia. Y par ello se sirve de una de las manifestaciones de la muerte y de lo sobrenatural: los fantasmas en el Norte de Chile, entidades generalmente surgidas luego de la muerte violenta de una o más personas.
Uno de los méritos de este abordaje consiste en asumir la imagen de los aparecidos o fantasmas desde una motivación psicohistórica y no folclórica. Las sociedades humanas buscan «naturalizar» la muerte para sustraerla de ella y no dejarla como un final carente de sentido. Es menester entenderla como un tránsito hacia el «más allá». En este sentido, los aparecidos son la respuesta al misterio de la muerte y producen cercanía y familiaridad entre vivos y fallecidos; muestran la conexión íntima que existiría en las antípodas de la existencia que, pese a las circunstancias violentas del final, se hace umbroso pero no desaparece.