Los galgos, los galgos

El país del humo

Le siguieron Pantalones azules

No le digo que nací para quererla, para huirle y para llorarla, solo para eso.

Nunca nos perdonaremos no haber sabido querernos mejor.

¿Te gustaría pasar del sueño a la muerte?

casa y yo nos entendemos bien. Silencio y soledad.

Pero todo amor, desde el primer encuentro ¿no es solo una despedida insuficiente?

¿Por qué me gusta este lugar? ¿Por qué me habla, si es un lugar sin idioma?

En esta casa me esperó la bella durmiente de los galgos durante años.

Nadie más me esperó.

Pero no pueden imaginar de todos modos qué balsámico resulta a veces que alguien crea de uno que no es como es.