«España mi natura, Italia mi ventura, Flandes mi sepultura», rezan unos versillos anónimos populares entre la soldadesca española de los tercios que combatía por su rey en las cuatro esquinas de Europa. Pero en la primera mitad del siglo XVI la península itálica, lejos de ser plácido lugar para entrenamiento de bisoños y solaz de veteranos, fue escenario de una acendrada pugna entre España y Francia, décadas de enfrentamientos que convirtieron a Italia en un crisol de nuevas tácticas y tecnología militar, y que propició la aparición de los tercios de infantería españoles como la mejor y más temida fuerza militar de Europa durante más de cien años. En el libro Italia mi ventura, Idan Sherer, experto en la guerra renacentista, examina la experiencia del soldado español durante el periodo formativo de las Guerras de Italia, y lo hace de una manera integral, desde su reclutamiento y vida diaria, con el desgaste fruto de desplazamientos, enfermedades o una alimentación a menudo deficiente, hasta la experiencia de combate –fuese en escaramuzas, asedios o batallas–, pasando por aspectos rara vez tratados como el motín o la a menudo conflictiva relación con la población civil, con su máxima expresión en las violencias que seguían a la expugnación de una ciudad y el saco de Roma de 1527 como epítome. El autor también plantea cuestiones de calado que marcan la aparición de la guerra moderna, como las tendencias hacia la privatización y profesionalización, las tensiones entre las motivaciones individuales y la eficacia organizativa, entre los contextos de origen del soldado y su adaptación a la vida militar, o entre el espíritu de cuerpo y la identidad nacional. Un espíritu de cuerpo, impregnado de orgullo por un sentimiento de valía, de celo nacional y religioso, que otorgaba una motivación extraordinaria a la severa sociedad guerrera formada por los soldados españoles de infantería, tantas y tantas veces demostrada sobre el campo de batalla, y que tuvo su origen en las Guerras de Italia.